En el año 2015 se realizó un estudio en la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur de Nicaragua, llamado “Voces del Sur”, el cual fue presentado en diciembre de ese mismo año a representantes de instituciones de gobierno y de organizaciones de la sociedad civil. Dicho estudio aportó evidencias sobre la situación de adolescentes y jóvenes en la RACCS y también recogió propuestas para fortalecer el avance en su desarrollo integral.
“La situación actual que viven adolescentes y jóvenes en el Caribe Sur se enmarca en una dinámica de cambios demográficos que se han acelerado e incluye un cambio paulatino en la estructura de edades, que genera por un período de tiempo una mayor proporción de personas en edades potencialmente productivas”, se lee en el estudio. En la RACCS, 84.6% de la población está en edad económicamente activa, presentando un escenario en el que la inversión en adolescentes y jóvenes es más necesaria que nunca.
Danilo Chang, quien en ese entonces atendía la Secretaria Regional de la Juventud, del Gobierno Autónomo, mencionó que el estudio era una oportunidad para establecer la política pública regional del sector: “nuestras autoridades regionales cuentan con este instrumento que nos ayudará a contar con la política de juventud que se ha discutido en otras ocasiones y este estudio es la base para ese planteamiento y debe ser estudiado y abordado por las autoridades”.
El estudio, Voces del Sur visibilizaba en ese entonces, la diversidad de la juventud caribeña y mostraba el potencial y capital social de la región en materia de adolescencias y juventudes, teniendo como objetivo generar un análisis actualizado y prospectivo sobre la situación de adolescentes y jóvenes (10 a 29 años) a nivel regional en salud, con énfasis en salud sexual y reproductiva, educación, empleo, participación y recreación.
Sin embargo y a pesar de todo el discurso y bases que se lograron poner sobre la mesa en ese momento, la realidad a 8 años de ese evento, es totalmente contraria y adversa, porque ni las autoridades regionales dan muestras claras y concretas de estudio y abordaje transparente, genuino e integral de las necesidades, aspiraciones y demandas de las adolescencias y juventudes de la región, así como tampoco se ha aprovechado de forma oportuna, el tan mencionado bono demográfico que tiene sus bases en optimizar los potenciales de una mayoritaria población joven económicamente activa y productiva que dé un impulso considerable al desarrollo de la RACCS y del país.
Igual que el estudio “Voces del Sur”, en la biblioteca (dispersa) de la RACCS han quedado muchos estudios que hicieron y siguen haciendo hincapié en las verdaderas necesidades y aspiraciones de las y los adolescentes y jóvenes de la RACCS y del resto del Caribe nicaragüense, los cuales, a pesar de su certeza y beligerancia, no son tomados en cuenta; esto, como parte de las políticas polarizadas que son promovidas por el gobierno actual de Nicaragua, las cuales se transversalizan en todas las entidades del estado.
Lamentablemente la polarización política promovida en el país, ha alcanzado inclusive, a las expresiones organizativas de adolescentes y jóvenes, evidenciando una vez más el adulto centrismo que predomina en Nicaragua como una expresión más del patriarcado. Dicha polarización solo beneficia a las élites históricas del poder, controladas por los siglos de los siglos por personas adultas o que simulan ser adultas, porque saben y están claros que las juventudes y adolescencias desafían las formas tradicionales del ejercicio del poder y apuestan a transformaciones profundas y estructurales, no a cambios superficiales y estéticos.
Las adolescencias y juventudes merecen un presente y futuro más coherente, más honesto, menos violento y menos hipócrita, que les permita vivir bien, bonito y en verdadera libertad y no en un país en que el discurso sigue siendo retórico y la práctica totalmente contraria a lo que sus autoridades repiten como poema memorizado de la primaria.
Necesitamos mayor educación crítica, que cuestione, que transforme nuestros entornos y no una educación en la cual hay que memorizar y repetir lecturas, poemas y discursos gastados y, sobre todo, mentirosos. Requerimos de un sistema de salud en donde las/os jóvenes que se están involucrando como funcionarios o servidores públicos, quieran estar y se sientan animados a estar y no porque necesitan “sobrevivir” en un país en que los salarios apenas y dan para garantizar una cuarta o tercera parte de la canasta básica en Nicaragua y donde la necesidad de emigrar es cada vez más latente.
Urgen acciones concretas y coherentes para que las adolescencias no tengan la necesidad de trabajar porque deben aportar económicamente a sus familias y más bien se concentren en estudiar y prepararse profesional y humanamente para la vida; en donde las juventudes puedan y amen trabajar en la profesión para la cual se formaron. Una región próspera, que tenga no solo planes de desarrollo vial, de electrificación u otros, sino también, de desarrollo intelectual, cultural y, sobre todo, humano, que aporte a que los índices de violencia disminuyan, a que las comunidades retomen y practiquen la convivencia comunitaria y que más allá de repetir discursos basados en fundamentalismos religiosos, el estado sea capaz de formular e implementar verdaderas políticas públicas que cuestionen y materialicen esos discursos gastados.
Las adolescencias y juventudes nunca han sido el futuro, han sido el presente al que le temen los que manipulan el poder, por eso, se empecinan en repetir que son el futuro para evitar a toda costa (inclusive, privándoles de su libertad y su vida), que su accionar sea aquí y ahora.
¡Nos tienen miedo, porque ya dejamos de tener miedo!
No solo es el hecho de preocuparnos por ser profesionales y dejar de un lado la necesidad de trabajar, creo fielmente que ambas podrían ser al mismo tiempo, pero en el actual gobierno a muchos nos limita, la educación centrada más en política y cada empresa/institución busca como referencia un aval político, nos hace preocuparnos por nuestra posición política más que todo.
De acuerdo, lo ideal sería poder trabajar en lo que nos gusta, en lo que somos buenos y que además aporta al bien colectivo, el Ikigai pues, pero también es totalmente válido trabajar para cubrir nuestras necesidades básicas.